Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1324
Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 14 de mayo de 1889
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Cánovas del Castillo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 108, 2931-2933
Tema: Estableciendo un recargo a los cereales y sus harinas sobre los derechos de introducción

Yo celebro, Sres. Diputados, que el Sr. Presidente de la Cámara se haya dignado mandar leer el artículo del Reglamento que acaba de oír el Congreso, porque ese artículo demostrará al Sr. Cánovas del Castillo, que ha sabido levantar, en efecto, un castillo de naipes a propósito de las violencias, de las intransigencias y de no sé cuántas cosas más, que este Gobierno y esta mayoría quieren cometer con la minoría conservadora y con el Sr. Cánovas del Castillo; ese artículo demostrará a S.S. que el tono solemne y áspero y altisonante que ha dado a su discurso, no correspondía al motivo en que fundaba sus palabras; porque esto, Sres. Diputados, se ha hecho frecuentemente, se ha hecho siempre para concluir un debate respecto al que se cree que ha llegado la oportunidad de la conclusión, sin que se haya producido jamás protesta de ninguna especie, y mucho menos la protesta con que S.S. ha recibido la pregunta del Sr. Presidente del Congreso; que el Sr. Presidente del Congreso, como el Gobierno actual y como todos los Diputados de la mayoría y muchos de la minoría, tienen por lo menos tanto respeto como S.S. a las prácticas parlamentarias y a la libertad de la tribuna española. ¡Pues no faltaba más sino que el Sr. Cánovas del Castillo viniera aquí a darnos lecciones de respeto a las prácticas y a la tribuna parlamentaria! (Grandes y repetidos aplausos. -Protestas en los bancos de la minoría conservadora).

Ya lo ve el Congreso: ahí tiene la prueba de la tolerancia de esa minoría. Aplauden al Sr. Cánovas sus amigos, y ya diré yo por qué le aplauden, y nosotros todos nos callamos: me aplauden a mí los Diputados de la mayoría, y ya lo veis, protestan los conservadores como unos energúmenos. (Aplausos).

Después de todo, Sres. Diputados, va a resultar que debemos estar muy agradecidos a la minoría conservadora por lo que nos ha ayudado en el progreso de los trabajos parlamentarios. (Varios Sres. Diputados de la minoría conservadora: ¡Ya lo creo!). ¡Muchas gracias, minoría conservadora! (Risas).

Pues podíais haber completado vuestra obra accediendo al deseo del Gobierno, hace mucho tiempo manifestado y hace mucho tiempo como favor pedido a la minoría conservadora; porque al ver la larga tarea parlamentaria que teníamos por delante, al considerar que había cuestiones económicas de gran importancia pendientes, pero también cuestiones políticas que el Gobierno no podía en ninguna manera abandonar, a fin de dar vado a las una y a las otras con todo el [2931] reposo y con todo el espacio necesario, yo me he acercado más de una vez a nuestro digno Presidente para rogarle que se entendiera con los jefes de las oposiciones a fin de que éstas consintieran en que la sesión durara más horas de las que ordinariamente permite el Reglamento, o la celebración de dos sesiones; y siempre, constantemente, a pesar de su buen deseo de ayudarnos en los trabajos parlamentarios, siempre, constantemente, con una tenacidad sin ejemplo, se ha negado a todo la minoría conservadora. ¿Y sabéis por qué? porque es muy cómodo alargar los debates todo lo que ha placido a la minoría conservadora; y como está en su derecho, yo nada he tenido que decir, ni el Gobierno ha dicho nada, ni ha dicho nada tampoco el Sr. Presidente del Congreso; pero luego esa minoría se reserva también el derecho de decir: no hacéis nada, ya lo veis; el Gobierno liberal, el partido liberal no hace nada, no realiza nada, no puede llevar a cabo nada; echándonos en cara la esterilidad parlamentaria. (Muy bien).

El Gobierno no ha querido nunca que se limite derecho ninguno, ni el derecho de las preguntas, ni el derecho de las interpretaciones, ni el derecho de las proposiciones de ley; no ha querido en absoluto que se limite ningún derecho; pero en cambio, ya que no quería que se limitara ningún derecho, sino que por el contrario, quería que se extendieran todo lo posible los derechos y también la libertad parlamentaria, aspiraba el Gobierno a que por lo menos se supliera esa amplitud en los derechos con más tiempo para las sesiones; que para eso vienen aquí los señores Diputados, para trabajar a favor del país, haciendo fructíferas las tareas parlamentarias, sin dejar por eso de respetar con una amplitud como no se respeta en ninguna parte el derecho y la libertad de los Sres. Diputados.

¿Pero qué quiere decir esa solemnidad con que el Sr. Cánovas del Castillo ha combatido la pregunta sencilla, usual, constantemente empleada por el señor Presidente del Congreso para que se prorrogue una sesión? ¡Ah! no es la pregunta de la prórroga de la sesión lo que ha molestado al Sr. Cánovas; lo que ha molestado a S.S. es que esto por lo menos significa el deseo de que este debate con la amplitud que tiene y que le da el Reglamento termine pronto, para ocuparnos en otro debate en que S.S. no quiere que nos ocupemos. (Varios Sres. Diputados de la mayoría: Eso, eso. -El Sr. Cánovas del Castillo pide la palabra).

¡Si lo ha descubierto S.S. demasiado claramente, a pesar de su talento! ¡Si no niego yo ese derecho! Yo no niego el derecho que tenemos para precipitarlo. (Muy bien). Si oponemos derecho a derecho, y vosotros queréis extremar el vuestro, nosotros, en oposición a vuestro derecho y al extremo con que lo uséis, opondremos nuestro derecho y el extremo del nuestro. Porque yo no quiero, ni lo he pretendido jamás, ni está en mi carácter pretenderlo, que la mayoría se imponga a las minorías; pero tampoco puedo creer ni tolerar que la minoría conservadora tenga la pretensión de imponerse a la mayoría. ¿Qué queréis? ¿Que el Reglamento se cumpla? Pues que se cumpla el Reglamento; que todos queremos eso, y el Sr. Presidente lo ha querido también, si bien ha encontrado dificultades que hace bien en no resolver por la fuerza, si todos no le ayudamos.

Pero, ¿de qué se trata? ¿Se trata ahora de un debate arancelario? No; se trata de tomar o no en consideración una proposición de ley; y jamás, jamás se ha dado el caso de que para tomar o no en consideración una proposición de ley haya durado ningún debate más de dos días, jamás; no encontrará S.S. precedente.

¿Cómo, pues, se queja el Sr. Cánovas del Castillo, y se queja la minoría conservadora, de falta de tolerancia por parte de la mayoría? ¿Cómo, pues, se queja el Sr. Cánovas del Castillo de violación del Reglamento en contra de la minoría conservadora? Lo que ha habido de parte de todos es una gran lenidad para la minoría conservadora, una grandísima tolerancia, un exceso de tolerancia para la minoría conservadora.

Pero ¿es que el Gobierno tiene prisa de concluir este debate sin más que por concluirlo? No; el Gobierno quiere que este debate tenga toda la amplitud que el Reglamento concede; pero dentro de esa amplitud, quiere atender a otras necesidades, así económicas como políticas; y cuando esta proposición, si se toma en consideración, que no se tomará, pasara a las Secciones, y las Secciones nombrasen la Comisión y ésta diese su dictamen acerca de ella, entonces vendría el debate extenso, tan extenso como se quiera. (Rumores en la minoría conservadora). Esos rumores tienen fácil respuesta: que el Congreso la tome en consideración, y después vendrá el debate: pues si no la toma la Cámara querrá decir esto que no considera necesario que haya ese debate extenso.

Ahora no quiere que haya ese debate extenso sobre un asunto que ha de tener su sazón y su lugar oportunos cuando los presupuestos se discutan, pues ese debate puede tener lugar en la Comisión de presupuestos, donde están en estudio los presentados por el Gobierno.

El Sr. Villaverde, que tenía tantos deseos de discutir esta proporción, para venir a discutir una cuestión importante a deshora y en los momentos en que el Gobierno presentaba los presupuestos, podía haber ido a la Comisión de presupuestos a exponer esas ideas, a tratar de convencer a los individuos que la componen, para ver si admitían sus ideas en ese punto; y si las admitían, venir aquí después a defenderlas; y si no las admitían, venir aquí a sostener las ideas que ha sostenido ahora.

Después de todo, señores, a mí me parece este debate extemporáneo y estéril; extemporáneo, porque están en estudio de la Comisión los presupuestos, y allí encajaba perfectamente este debate; estéril, porque yo tengo la seguridad de que todos los argumentos que aquí se aduzcan, ya en un sentido, ya en otro, han de repetirse dentro de poco tiempo cuando vengan los presupuestos.

Por manera que todo lo que digamos sobre este asunto será completamente perdido. Y como tenemos otros asuntos en que ocuparnos; como el Sr. Ministro de Hacienda necesita acudir al Senado, donde hay un proyecto de ley importante, también de Hacienda, que no puede discutirse sin la presencia del Sr. Ministro de Hacienda; y como además en aquella Cámara no hay otros asuntos de que tratar, y si esa discusión no se realiza, tendrá que suspender sus sesiones aquel Cuerpo Colegislador, de ahí que el Gobierno desee, como es natural, que los trabajos parlamentarios se repartan de una manera equitativa entre ambos Cuerpos Colegisladores, para que ninguno [2932] de ellos se quede ocioso cuando ambos más necesitan aprovechar el tiempo. (El Sr. Romero Robledo: Pido la palabra). Y lo he dicho siempre, Sres. Diputados: el Gobierno no rehuye ningún debate, ni aun éste, que por el momento lo cree extemporáneo, y además estéril, porque se ha de reproducir cuando venga el debate sobre los presupuestos; no lo rehuye, siempre que venga en forma reglamentaria; pero para eso, proporcionadnos el tiempo necesario, y entonces no habrá inconveniente en continuar éste y todos los debates que queráis. ¿Quiere la minoría conservadora suscitarnos éste y otros debates semejantes? Enhorabuena; pero si queréis emplear en esto las horas ordinarias de sesión que permite el Reglamento, facilitadnos las horas extraordinarias que también permite el Reglamento. Entonces puede acordar el Congreso que haya dos sesiones: una, la ordinaria, para los debates que la minoría conservadora quiera suscitar; ¡si seré yo amable con esa minoría!; y otra para los asuntos que el Gobierno crea que se deben discutir, porque no ha de ser el Sr. Cánovas del Castillo juez de lo que ha de discutirse, sino que en todo caso lo será el Gobierno con la mayoría.

¿Quiere eso el Sr. Cánovas del Castillo? Pues vamos a realizarlo; y entonces, dando a mi proposición otra forma, para estar siempre dentro del Reglamento, venga este debate y vengan todos los que la minoría conservadora quiera suscitar; pero dadnos una sesión extraordinaria, con lo cual no pedimos nada que sea violento, no pedimos nada que sea contra las prácticas y libertades reglamentarias, porque esa sesión extraordinaria la autoriza el Reglamento.

¿Preferís eso? Pues entonces yo, en nombre del Gobierno, suplico al Sr. Presidente del Congreso que no se prorrogue la sesión de hoy, pero que desde mañana tengamos dos sesiones; una para discutir cuanto quiera la minoría conservadora y las demás minorías, y otra para discutir los asuntos corrientes, los que están en la orden del día.

El Gobierno, como ha visto el Sr. Cánovas y como lo sabía de antemano, no ha cometido ninguna violencia por pedir que se hiciera la pregunta que el digno señor Presidente de la Cámara se ha servido hacer al Congreso. Estamos en nuestro derecho; hay un artículo del Reglamento que así lo determina, y en todo lo que sea conforme al Reglamento no hay ni intransigencia ni violencia. Ahora, ¿es que el Sr. Cánovas del Castillo, por no querer enfadarse por lo que realmente se ha enfadado, aparentando que se enfada por otras cosas que no merecen el enfado de S.S., quiere que hoy con esta proposición y mañana con otra, prolongando estos incidentes, no entremos en otros debates? Pues el Sr. Cánovas del Castillo está equivocado; entraremos en otros debates; porque yo diré a S.S. en contestación a sus últimas palabras: no hay extremo del Gobierno, decía el Sr. Cánovas del Castillo: a que no responda la minoría conservadora. Pues yo no diré a S.S., no con tanta arrogancia, porque yo no quiero nunca ser tan arrogante como S.S.: al extremo de la minoría conservadora, el Gobierno responderá con prudencia, pero con energía, proponiendo a la mayoría lo que crea que debe hacer y lo que crea que está en su derecho proponer.

No extremen, pues, el Sr. Cánovas y esa minoría su derecho; que el Gobierno dispuesto está a no extremar el suyo, pero también lo está a no consentir que lo extreme nadie.

No tengo más que decir. (Aplausos en la mayoría) [2933]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL